MINERALES

 DRUSA DE CUARZO BLANCO

ES LA PIEDRA SANADORA Y MÁS PODEROSA DEL MUNDO.

SI LA COLOCAS EN TU CASA TE PROTEGERÁ DE MALAS VIBRACIONES Y CREARÁ UNA TRAMA PROTECTORA EN EL AMBIENTE DE TU HOGAR.
SI LA LLEVAS CONTIGO, TE PROTEGERÁ DE LAS ENVIDIAS Y DE LAS MALAS INFLUENCIAS QUE HAYA EN TU ENTORNO.



PREPARACIÓN Y LIMPIEZA DE LOS CRISTALES

Para que puedan ayudarnos y para beneficiarnos al máximo de las propiedades de las piedras, éstas requieren de unos mínimos cuidados, entre los que destacamos su limpieza.
Sólo existen ciertos cristales, entre los que mencionaremos la cianita, el citrino y la azeztulita, que no necesitan limpiarse, porque ellos mismos son autolimpiadores.
El cuarzo blanco y la cornalina nos ayudan a limpiar otros cristales, por ejemplo, los más delicados, por estar engarzados en alguna joya o por ser friables, es decir, que se deshacen o rompen con facilidad. Para todos los demás cristales la limpieza será con agua corriente (dejarlos bajo el grifo) o lavarlos en agua de mar, aunque ésta puede sustituirse por agua y sal.
Todo este ritual ha de acompañarse con una visualización de la limpieza energética, es decir, pensar en lo que estamos haciendo e imaginar como desaparece toda esa energía negativa.
Después de esto, déjalo a la luz de la luna, a ser posible, en el exterior, por ejemplo en una terraza, o por fuera de la ventana, para que le llegue mejor la energía de la luna.
Estará también a la luz solar unas horas o medio día.
Ya está purificado y limpio tu cristal.

Otras formas de limpieza son las de pasarlos por la llama de una vela o sahumarlos con el incienso especial de limpiar cristales, que encontrarás en nuestra tienda. Y si no, recuerda añadir una cornalina o un cuarzo blanco a tu bolsita de cristales. Ellos harán todo el trabajo.

OBSERVACIONES:  Hay cristales que si les da mucho tiempo el sol, pueden oscurecer o cambiar de color.
Evita que haga el efecto lupa, sobre telas o papeles, ya que podría generar un incendio.
Después del agua con sal, eliminar bien todo rastro de sal que pueda quedar en la piedra, para que no la dañe.

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